La relación con el poder de los intelectuales mexicanos viene de lejos. (...)Digamos que sólo es un empleo. Pero es un empleo con el Estado. (...)En México, y puede que el ejemplo sea extensible a toda Latinoamérica, salvo Argentina, los intelectuales trabajan para el Estado. Esto era así con el PRI y sigue siendo así con el PAN. El intelectual, por su parte, puede ser un fervoroso defensor del Estado o un crítico del Estado. Al Estado no le importa. El Estado lo alimenta y lo observa en silencio. Roberto Bolaño
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